viernes, 1 de noviembre de 2013

Le debo a la autodestrucción una copa.

Esta chica odiaba tanto el tiempo que se pintaba relojes en las muñecas para creer que no pasaba. Y se enamoraba de imposibles para no creer en el amor. Y nunca hablaba para esconderse de los silencios. Y odiaba para no tener que confiar en nadie.
Pero nunca supo que hacer para no escribir.